Multiseres lo notan

(...) Sos el mundo nuevo, sos los sueños,  sos un salto al precipicio, sos tan grande que nada te llena. Ahí, sacudiendo las cenizas, empieza el viaje (...)

Multiseres

Soy el niño,
soy el joven,
soy el adulto.
Soy el barro, la guitarra y los cuadernos; soy mi padre, soy mi madre, mis hermanos, primos y tíos.
Soy mis amigos y mis maestros, lo que me enseñaron todos ellos; soy lo que perdí, lo que gané, lo que quise y lo que amé. 

Soy el presente y el olvido, los perdones que me faltan y las gracias que no dí. 

Soy lo que reconozco como mío: mis pies, el pasto, el sol y los pájaros.
Soy la sombra que me persigue y la mente que trasciende.
Soy yo, me multiplico, me desarmo y aparezco en otro lado; ahí soy vos, que sos el niño, sos el joven, sos el adulto (...)
Sos la gracia de estar vivo.

Epicentro

Escribo en inglés y simulo que pienso, alguna electricidad me rozó la espalda.
Levanto la vista, adelante un docente igual a tantos otros, con nobles girones de ganas corrige.
Vuelvo a mi exámen, hace rato está aprobado, la electricidad ahora trepa por mi cuello.
Doy vuelta la hoja, no soporto su repentina irrelevancia. Me acomodo en el respaldo, respiro hondo, junto coraje y miro hacia atrás.
El centro del universo es azul y encandila para siempre.
Por eso fuimos adolescentes una sola vez, para no quedar varados, flotando.

Preludio de distancia y otras cercanias

La ilusión que moviliza con flores y acuarela.

¿Me dejás recordarte así?

Con tus ideas a cuestas y el cuerpo delante.

¿Me dejás aprender de vos?

Sabiendote hermosa y sin concesiónes.

¿Me dejás admirarte así?

¿Me dejás el tiempo sin verte? 

¿Las cosas por contarte y que me cuentes?

¿Me dejás los pendientes?

¿Me dejás merecerte?

¿Me dejás pensar en vos? 

¿Aunque pase lejos, el resto de los días?

Y lo mejor también

    Que el destino me tenga en Salta no deja de parecerme natural o algo que exceda esa sustancia. En tres meses logré preocuparme, ocuparme y planificar mis próximos años con una precisión que nunca había tenido. La precisión es tanta que tengo contempladas las malas decisiones, los imponderables y ponderables como parte del recorrido. Cierran los números, como los que cuento para dormir o para comer o para amar, tres sinónimos que entendí tiempo después de prescindir de dos de ellos y levantar almohadones o buscar debajo de los muebles la felicidad, esperándola nacer del azar, derramada por un acto de pereza.

    Que proeza! Poner la vida sobre la mesa, rodearla de vasos de vino medio pelo y brindar con los comensales, desearles lo mejor desde el fondo más del impulsor de sangre, que creo duerme, come y ama, porque el corazón es la unidad mínima, el automatismo revelado y furioso - revolucionario - y mientras sea tímido de su propio ego va a rastrear la dicha; como perro callejero lo que quedó de migas en la vereda y el cordón, lo suficientemente esperanzado para verla no estar y lo suficientemente idiota para que eso no importe. 

    

  Y vos, que no sabes si estoy vivo de tantas veces que me viste morir.

Te deseo - y lo mejor también - ojalá duermas, comas, ames.

El sabor de las almas rotas

Borrosa apariencia, interno vibrar, 

buscando soledad en el trasfondo, 

bien al fondo, atrás. 

Se envuelve en giros, 

se estira para atesorar lo que queda de brillo de noches y de bar.

De noches no voy a pensar, cuantas cosas hice mal.

Sea piel, fue ardor, sedujo en ojos la luna de dos.

Diez minutos en Palermo

- No puedo dormir, no trato dormir, no quiero dormir. No puedo perder, no trato perder, no quiero perder. No puedo olvidar, no trato olvidar, no quiero olvidar.

- Quizás deba querer lo que trato de hacer, un poco mas.

Se levantó de un salto y corrió a comprar flores, limpió el desastre mandatario y las posibilidades fueron todas.